Friday, May 05, 2006

Para comenzar...

Hubiera preferido poner una especie de texto introductorio aquí. No por razones particulares, es sólo el sabor de lo cotidiano tratando de decirme cómo hacer las cosas... Ya no importa mucho. Incluso la tristeza, que hacía pesar mi pecho se ha disipado. En este momento, sólo puedo recordar una de las verdades que hace unos minutos me asaltaron:

La promesa más difícil de mi vida, la hice hace poco. Hay ciertos momentos en los que mi corazón traiciona todo instinto. Sin llegar al dolor, me lleva a un estado de contemplación absoluta del todo. En esos momentos todo me es extraño. Saboreo el aire como si no lo conociera, y aún así, las reacciones son mínimas. No me permite la sorpresa. En esos momentos, a veces me encuentro caminando por la ciudad, envuelto en una tranquilidad infranqueable... Entonces llega un pensamiento. Cruzo una calle, y me doy cuenta de que esa velocidad que mantengo es toda de la que soy capaz. Si escuchara el sonido de un motor, si girara la cabeza y viera al armatoste dirigiéndose hacia mi, incapaz de frenar, no haría nada. En ese estado sería incapaz de encontrar una motivación para quitarme del medio. Es posible incluso, que el sonido mecánico, artificial, monstruoso, acabara por absorverme y yo detuviera mis pasos, para su sola contemplación...

Aún sabiendo eso, prometí vivir. Prometí que no moriría, mientras pudiera evitarlo. Ahora esa es mi motivación. No exactamente esa promesa, sino Ella. Quién me lo pidió. Aún si mi instinto está muerto, debo quitarme del medio, debo respirar nuevamente, debo continuar aquí... Pues Ella está aquí...

Rayos... parece que es... mucho más facil de lo que pensé...
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